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  • Foto del escritorHannah S.

Elizabeth Rodríguez Martínez, el síndrome de la mala madre.


CASO: Juliana Campoverde (NO RESUELTO)


El síndrome de la mala madre es un conjunto de sentimientos negativos asociados al autoconcepto como madre, que viene dado por la sensación de no llegar, de no hacerlo suficientemente bien, de no trabajar lo necesario y de remordimientos que derivan en hacer lo que no se hizo cuando los hijos eran pequeños.


Lo interesante de este síndrome es que revela lo que las mujeres mantienen en su psique cuando se ven presionadas por eventos de desfortunio, abortos o eventos que afectan a sus hijos por sus propias desiciones y se sienten responsables por no haber estado junto a ellos.


Este es el síndrome que padece Noemí Elizabeth Rodríguez Martínez , madre de Juliana Campoverde desaparecida desde el 2012. Aunque a Juliana la dieron por muerta (para alcanzar una sentecia absurda en el 2019), el Estado ecuatoriano la sigue buscando porque hasta la fecha NO se tiene indicio de su supuesta muerte, por ende, se presume que está con vida. ¡¡Todo un SHOW!! ¡¡Todo un absurdo!!


Esta presunción quedó de lado cuando en el 2021 Elizabeth Rodríguez hizo la denuncia de que su hija fue localizada en COLOMBIA. Por su puesto, Fiscalía, policía y medios de comunicación dejaron de lado esta información porque no les conviene mover aguas que hieden por la conspiración política y mediática que hubo en este caso.


Lo interesante es que el síndrome de la mala madre también revela fijaciones, fetichismos y traumas. Es de conocimiento público los abortos que Elizabeth Rodríguez se practicó y que afectó a Juliana ya que ella conocía de las múltiples parejas de su madre y las consecuencias de su irresponsabilidad. Así mismo se conoce públicamente que Juliana sufrió el abandono no solo de su madre sino también de su padre a temprana edad. Todo esto obligó a Juliana a madurar rápidamente y obviamente todo esto se manifestó en un comportamiento bipolar a la hora de manifestar su comportamiento y sentimientos. Estos antecedentes y síntomas manifestados son los demonios y el síndrome que persiguen a Elizabeth Rodríguez.


Estas desviaciones y síndrome de Rodríguez también han sido manifestadas hacia Jonathan Carrillo (sentenciado injustamente y sin ninguna prueba por el caso de Juliana), porque en casi todas sus publicaciones de sus redes, lo nombra con sus dos nombres y apellidos con una anormalidad que la psicología moderna lo describe como una "perversión que se presenta por los caracteres de exclusividad y pulsión sexual que tiene su fuente en una excitación interna para suprimir o calmar ese estado de tensión. El curso de esta parafilia normalmente es crónico". Lo anterior lo demuestran las publicaciones de Rodríguez en sus redes sociales:

Las inclinaciones de Juliana Campoverde fueron analizadas y descritas en otros artículos (clic aquí para ver el contenido: sexo, pudor y lágrimas) y con la base científica detallada anteriormente de Elizabeth Rodríguez más los abusos sexuales que experimentó a temprana edad, no hay duda de la integración de la libido de estas dos mujeres hacia aquel que tanto nombran, acusan y publican.

Finalmente, el síndrome de la mala madre va acompañado por ciertas actitudes y demostraciones de una parafilia que se caracteriza por la satisfacción hacia el dolor y la humillación para sentirse víctimas de sus propios errores.


De esto no hay duda cuando Elizabeth Rodríguez sale a la calle acompañada de un grupito de personas para "exigir" cierto trato y "demandar" sus antojos haciéndose la víctima de aquellos que la beneficiaron con una sentencia ilógica y con medidas de reparación que ni el mismo Estado sabe cómo cumplir por la ilegalidad de la sentencia.


Todas las actuaciones de Rodríguez NO la hacen ver como una madre que lucha por su hija, sino como una madre que niega la realidad porque bien sabe que abandonó a Juliana cuando más la necesitaba y ahora trata de hacer lo que nunca hizo: invertir tiempo y recursos en su hija.


La negación de la realidad llega a tal punto que Rodríguez publicó una proyección del rostro de Juliana (a sus 29 años) totalmente tergiversada, parece una muchacha costeña con exeso de maquillaje cuando todos quienes conocen a Juliana saben bien que era una mujer sencilla que utilizaba el mínimo posible de pintura. Gracias a la tecnología IA (inteligencia artificial) se hizo una proyección objetiva del rostro y el resultado es el siguiente:


Por lo tanto, el caso de Juliana Campoverde no solo confronta a la madre, sino también a la justicia ecuatoriana, ya que sin ninguna prueba acusaron a Jonathan Carrillo de un delito que nunca existió y que NO pudieron probar (secuestro y extorsión) para luego con amenazas, persecución y presunciones acusarlo también de una muerte que tampoco pudo ser probada (nunca hallaron la prueba fehaciente del hecho, es decir, a la muerta).


Por su puesto, para sostener la mentira, Rodríguez mantiene un discurso aprendido de memoria asesorada por la gente de INREDH y se resume en estas cinco sandeces:

Así mismo este caso confronta a una larga lista de errores judiciales, funcionarios y profesionales ineptos e incapaces, sino también el síndrome de una mala madre de un caso que hasta el día de hoy no ha sido resuelto y demanda justicia. Basta con aplicar a cabalidad que dice la ley ecuatoriana y no lo que una madre neurótica y sus seguidores (ignorantes del caso) digan en su desesperación por justificar sus errores que a la final revelan lo que realmente persiguen: su propia redención e intereses.






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